Hoy es
AQUÍ PUEDES ACCEDER A MIS RECETAS Y AQUÍ A MI CORREO: oneto@movistar.es
=====================================================================================================================
AQUÍ PODRAS CONOCER LOS PLATOS QUE SE COCINAN DIARIAMENTE, CONFORME AL MENÚ PREVISTO, PARA LOS NIÑOS Y NIÑAS DEL C.E.I.P. “ISABEL LA CATÓLICA” DE CHICLANA DE LA FRONTERA (CÁDIZ)
=====================================================================================================================

sábado, 1 de octubre de 2011

LA MALA EDUCACIÓN

Durante mis vacaciones estivales en mi siempre querida Alcalá la Real, tras el placentero paseo vespertino en el que mi esposa y yo disfrutamos de esas agradables, y nada cálidas, tardes-noches del ya agónico estío alcalaíno tan apetecible por esta fechas (primeros de septiembre), antes de recogernos, como de costumbre, traspusimos –me encanta esa palabra tan alcalaína– en la terraza de nuestro bar favorito cerca de nuestra casa, como es preceptivo, donde unas cervecillas y un buen solomillo (¡de ternera, eh!), que en este sitio lo preparan de muerte, pusieron el colofón a esa excelente tarde, tan solo enturbiada por la mala educación de una determinada señora

Allí coincidí con dos viejos conocidos con los que me honro de mantener desde hace tiempo una afable relación de buena amistad y cordialidad, y tras intercambiarnos los saludos de rigor, tan efusivos como siempre que nos vemos, nos sentamos en la mesa que justamente estaba al lado de ellos. En aquella reunión había una señora, situada justamente a mi espalda, que ni tenía ni tengo el gusto –ni el disgusto– de conocerla, fumando de forma impulsiva en muy cortos intervalos de tiempo. Para evitar el humo del tabaco que producía su cigarrillo apuntando directamente hacia mi, intentaba desviarlo con mi mano. Y en uno de mis vaivenes, la mujer, cuando se dio cuenta que efectivamente me esta molestando el humo, lejos de disculparse, se vuelve con una premeditada parcimonia para decirme: “dentro del bar no hay humo”. Yo, que estaba muy ocupado con mi solomillo, no le respondí lo que en ese momento se hubiera merecido, ya saben..., en ese mismo tono maleducado y desagradable que ella utilizó con ese gesto tan antipático, sino que de forma amable, procurando restarle importancia al asunto, a ver si deponía su molesta aptitud, le dije: “no mujer, es el viento el que me echa el humo”, cuando aquella tarde no corría ni el aire. Pero ella siguió con su pertinaz humareda importándole un comino a quien o a quines le perjudicara, en vez de, por ejemplo, cambiar a la otra mano el cigarrillo desde donde me dirigía directamente el humo que desprendía, o, no se, un gesto un poco amable insinuando disculpa o algo así. Pero no, ella siguió mostrándose insolente y un tanto chulesca, como diciendo que al que le moleste que se joda.

Pero este deplorable episodio, tristemente no es un caso aislado ni muchísimo menos, porque estas escenitas se repiten en muchas terrazas, donde a veces, que no siempre, hay alguna persona preponerte, maleducada, intolerante... dispuestas a fastidiar a otras con sus adicciones. Lamentablemente aun queda elementos, fumadores y/o fumadoras, que –también hay que decirlo– por suerte cada vez van siendo menos, que no tienen absolutamente ningún respeto hacia los que no fumamos, a la hora de realizar sus practicas que les llevarán hacia un irremediable tabaquismo. Así, arrojan las puntas de los cigarrillos al suelo convirtiendo un espacio publico (que es de todos, fumadores y no fumadores), en una autentica alfombra de colillas dejando la calle con un aspecto sucio, no les importan a quien o a quines les pueda molestar sus fumaradas aunque estén en un espacio al aire libre que también nos pertenece a todos, etcétera.

Aunque también he de decir, como consuelo, que afortunadamente una mayoría de las personas que fuman son educadas y si se percatan de que están molestando con el humo de su cigarrillo, inmediatamente intentan de evitarlo, que es todo lo contrario al caso de mi “amiga”. Ya con ese gesto, que se interpreta como disculpa y que se agradece, uno se siente mas cómodo, menos agredido...., en los espacios al aire libre donde hay otras personas que no fuman lo hacen con cierto sigilo para no molestar, las colillas las depositan en un cenicero en vez de arrojarlas al suelo, etcétera. Y así es como tiene que ser, vamos digo yo.

Como no podría ser de otra manera, respeto escrupulosamente a esas personas que deciden fumar porque cada uno puede hacer con su vida lo que quiera, pero éstos también tendrían que respetar –los que no lo hacen, que como ya he dicho cada vez van siendo menos– a los que no practicamos ese vicio del tabaco, a los que nos decantamos por una vida sana.

No hay comentarios: